
El otro día me preguntaron en una entrevista que por qué escribía. Jolín con la preguntita de las narices: empecé a sudar, mi mente cortocircuitó y lo peor fue cuando escuché a mi boca decir una serie infinita de topicazos: que no lo sabía pero que siempre había sido así, que me sentía muy bien cuando lo hacía, que era mi sueño… Un día estás viendo Masterchef criticando que todos salgan con lo del sueño y al siguiente te escuchas diciéndolo tú misma. Así es la vida.
El caso es que todo lo que dije era cierto, pero inexacto. Es verdad que en el trastero de la casa de mis padres hay historias escritas por mí con una letra tan tierna como horrorosa, y también es cierto que cuando escribo, me siento bien. Así que es lógico soñar con dedicarte profesionalmente a algo que te hace sentirte realizado. Pero dándole vueltas al tema, he llegado a la conclusión de que es algo más profundo. Y para explicarlo me vais a permitir dar un pequeño rodeo.
¿A vosotras os funciona el yoga? A mí, no. Lo he intentado muchas veces, pero no hay manera. La primera vez que hice el saludo al sol me pareció tan estresante que acabé con taquicardias. Con la meditación me va un poco mejor, pero cuando estoy extremadamente nerviosa (siempre) no puedo hacerla, porque es como pegar un frenazo yendo a 140 km/h por la autovía. Y es una pena, porque las pocas veces que me sale bien y logro silenciar el ruido de mi mente, es maravilloso.
¿Pero de qué vas, Ana? ¿No estabas hablando de la escritura? ¿Por qué me cuentas milongas? Tranqui, que procedo a hilar ideas enseguida. Lo único que quería apuntar es que la meditación y el yoga pretenden silenciar ese ruido mental que nos acompaña a todas partes. ¿Sabes con qué lo consigo yo siempre y con relativamente poco esfuerzo? Con la escritura.
Tengo un ritual. Cuando escribo una novela (tiene que ser una novela), enciendo una vela que actúa como pistoletazo de salida cada jornada. Como soy un poquito complicada, mientras estoy prendiendo la mecha, siempre, siempre, siempre, me asaltan dudas: “¿Podré hacerlo hoy?¿Me saldrá un churro?¿Y si estoy a punto de hacer que mis personajes tomen una serie de decisiones incorrectas que me destrozan la historia?¿Y si una ráfaga de aire huracanado entra por la ventana, extiende la llama y quema mi casa?”. Sí, así todos los días, antes de empezar a escribir.
Pero entonces comienzo a teclear y… silencio. Silencio de dudas, silencio de temores, silencio de inseguridades. Toma el control de la situación alguien que debo ser yo (¿no?), pero en una faceta que casi siempre está oculta. Y cuando estoy en ese modo, aparecen giros inesperados, los personajes hacen cosas sorprendentes y hablan entre ellos a su manera, con sus propias ocurrencias, que son mías porque las he escrito yo, pero que en realidad no sé de dónde salen. Y lo mejor de todo es que, en este estado, el tiempo se suspende, y solo te interrumpes para ir al baño, pero muy rápido. Es la plena concentración en un mundo que solo existe en ti, y en la lucha que mantienes con las palabras para poder doblegarlas y que expresen exactamente lo que quieres decir. Guau. Es bestial.
En mis dos últimas novelas, mi marido, que es un santo varón, se llevó a los niños de escapada para que pudiera terminarlas tranquila. Son dos recuerdos muy valiosos para mí. No me preocupaba por comer, ni domir, ni ducharme (me estoy sincerando, ¿qué quieres?); solo escribía, escribía y escribía más. Dicen que la felicidad no existe, solo los momentos felices. Bien, esos dos momentos fueron muy felices para mí.
Eso es lo que me hubiera gustado decirle a la persona que me preguntó el otro día que por qué escribo, pero claro, todo el mundo sabe que las mejores respuestas se te ocurren mucho después. Aunque pensándolo bien, y a pesar de que esa persona tuvo que soportar mis balbuceos y el violento tic en el ojo derecho que me entró, ya me he quitado un peso de encima. Porque lo importante es que yo tenga claro por qué escribo, y como siempre, después de escribirlo (valga la redundancia), ya me siento muchísimo mejor.
¿Ya vosotras? ¿Os pasa esto mismo con la escritura o con algo parecido? Como siempre, os leo.
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